jueves, 27 de enero de 2011

DESCARGO.

Qué fea es esa sensación de cambio radical. Cuando algo llega o cuando se va, sobre todo cuando ya no está. No podés entender que se alejó y es difícil acostumbrarte a esto. Aunque no las haya, en tu mente siempre quedan esperanzas. 
Pero sentís que una parte de vos deja de existir. Se desvanece, se va a quién sabe dónde y ese vacío se empieza a notar. Sobre todo en tu rostro. Que no es el mismo. Tu sonrisa es distinta. Más chica, desganada.
Si te encontrás solo, echás alguna puteada al aire, para ver si te podés descargar. Llorás hasta el cansancio y te dormís, apretando los dientes y con la almohada húmeda.
Si estás con alguien, intentas que no lo note. Tal vez te crean, tal vez nó. Y son esas las personas que te ayudan a seguir. Las que logran reconocer el dolor en tus ojos. 
Crees que es el fin, te desespera estar así, no podés entender cómo un sentimiento puede lastimar el alma de esa manera. Y cómo el silencio puede hablar más fuerte que las palabras.
Te refugias en la soledad, es una buena amiga, no voy a negártelo, pero tarde o temprano se va a olvidar de vos. ¿Y qué te queda?. Por eso, cuando encuentres a las personas que no crean en tu sonrisa, confiá en ellas que sólo así vas a poder continuar. Esa parte de vos que no estaba, va a volver con el tiempo. No va a ser fácil, no; pero mientras tanto puteá, llorá, buscá, hablá y descargate con lo que puedas, como yo, ahora.

DESCARGO.

Qué fea es esa sensación de cambio radical. Cuando algo llega o cuando se va, sobre todo cuando ya no está. No podés entender que se alejó y es difícil acostumbrarte a esto. Aunque no las haya, en tu mente siempre quedan esperanzas. 
Pero sentís que una parte de vos deja de existir. Se desvanece, se va a quién sabe dónde y ese vacío se empieza a notar. Sobre todo en tu rostro. Que no es el mismo. Tu sonrisa es distinta. Más chica, desganada.
Si te encontrás solo, echás alguna puteada al aire, para ver si te podés descargar. Llorás hasta el cansancio y te dormís, apretando los dientes y con la almohada húmeda.
Si estás con alguien, intentas que no lo note. Tal vez te crean, tal vez nó. Y son esas las personas que te ayudan a seguir. Las que logran reconocer el dolor en tus ojos. 
Crees que es el fin, te desespera estar así, no podés entender cómo un sentimiento puede lastimar el alma de esa manera. Y cómo el silencio puede hablar más fuerte que las palabras.
Te refugias en la soledad, es una buena amiga, no voy a negártelo, pero tarde o temprano se va a olvidar de vos. ¿Y qué te queda?. Por eso, cuando encuentres a las personas que no crean en tu sonrisa, confiá en ellas que sólo así vas a poder continuar. Esa parte de vos que no estaba, va a volver con el tiempo. No va a ser fácil, no; pero mientras tanto puteá, llorá, buscá, hablá y descargate con lo que puedas, como yo, ahora.